Gabón – Los bosques tropicales de Loango y la vida silvestre costera
Capítulo 13: Gabón – Los bosques tropicales de Loango y la vida silvestre costera
Ahmed llegó a Gabón, un país donde los densos bosques tropicales se encuentran con playas vírgenes, creando un santuario para la vida silvestre. Su destino sería el Parque Nacional de Loango, conocido como «el último Edén» por su rica biodiversidad y paisajes únicos.
Llegada a Port-Gentil y viaje a Loango
Ahmed aterrizó en Port-Gentil, una ciudad costera vibrante, y fue recibido por su guía, Aimé. Desde allí, tomaron un bote que los llevó a través de estuarios bordeados de manglares hacia Loango. Durante el trayecto, Ahmed observó aves zancudas y pequeños cocodrilos deslizándose por el agua.
“El parque es uno de los pocos lugares donde puedes ver elefantes y gorilas en la playa,” explicó Aimé mientras el paisaje cambiaba de manglares a densos bosques tropicales.
Explorando la costa y la playa
En su primer día en Loango, Ahmed caminó por la playa al amanecer. Las olas del Atlántico rompían suavemente en la orilla, y Aimé le mostró huellas frescas de elefantes y leopardos que habían pasado durante la noche. “Aquí, la selva y el océano se encuentran,” comentó Aimé.
Más tarde, Ahmed vio una manada de elefantes emergiendo del bosque para caminar cerca de la orilla. La escena era surrealista, con los grandes animales moviéndose tranquilamente entre la arena blanca y las olas. “Es como si estuvieran disfrutando del paisaje tanto como nosotros,” dijo Ahmed.
La selva y su biodiversidad
En una caminata por los bosques tropicales, Ahmed y Aimé exploraron senderos rodeados de árboles altos cubiertos de lianas y orquídeas. Aimé le mostró huellas de gorilas de llanura y restos de frutas que habían dejado atrás. “Si tenemos suerte, podríamos ver un grupo de gorilas,” dijo Aimé mientras Ahmed observaba con atención.
Aunque no vieron gorilas ese día, Ahmed se maravilló con la riqueza de la vida en la selva. Vieron antílopes pequeños conocidos como sitatunga, y Ahmed escuchó los llamados lejanos de los chimpancés. Aimé le explicó cómo el parque era un refugio para especies en peligro de extinción y un ejemplo de conservación exitosa.
Un safari en barco por los estuarios
Por la tarde, Ahmed y Aimé tomaron un safari en barco por los estuarios del parque. Ahmed vio hipopótamos descansando en el agua y cocodrilos tomando el sol en las orillas. También observó aves como águilas pescadoras y martines pescadores moviéndose con elegancia entre los manglares.
Aimé le explicó cómo los manglares protegían las costas y servían como criaderos para muchas especies de peces. Ahmed reflexionó sobre la importancia de preservar estos ecosistemas únicos.
Una noche en la playa
Esa noche, Ahmed y Aimé acamparon en la playa bajo un cielo lleno de estrellas. Después de cenar pescado fresco asado sobre una fogata, Ahmed se recostó para escuchar el sonido de las olas y los animales nocturnos. Aimé le contó historias de los pueblos locales, quienes creían que los espíritus de los ancestros protegían el parque.
“El parque es más que un lugar; es parte de nuestra identidad,” dijo Aimé. Ahmed asintió, sintiendo una conexión especial con el lugar.
Reflexión final
En su último día, Ahmed visitó un mirador desde donde podía ver cómo la selva se extendía hasta encontrarse con el océano. Aimé le habló sobre los esfuerzos de conservación en Gabón y cómo el ecoturismo estaba ayudando a proteger estos paisajes únicos.
Antes de despedirse, Aimé le entregó una pequeña talla de madera de un elefante, explicando que era un símbolo de fortaleza y sabiduría. Ahmed aceptó el regalo con gratitud, prometiendo compartir las historias de Loango con su familia y amigos.
Llegada al campamento en Loango
Después del emocionante viaje en bote desde Port-Gentil, Ahmed llegó al campamento en Loango. Era un lugar sencillo pero acogedor, rodeado por la selva y con vistas al océano Atlántico. Aimé le explicó que el campamento era sostenible, utilizando paneles solares y sistemas de reciclaje para minimizar su impacto en el entorno.
Esa noche, Ahmed cenó con el equipo del campamento, quienes compartieron historias sobre los proyectos de conservación en Loango. Ahmed aprendió que el parque protegía no solo la vida silvestre, sino también las tradiciones de las comunidades locales que habían vivido en armonía con la naturaleza durante generaciones.
Un amanecer inolvidable en la playa
Ahmed se levantó temprano para explorar la playa antes de que el sol estuviera completamente arriba. Aimé le mostró las huellas frescas de una tortuga laúd que había llegado durante la noche para poner sus huevos. “Si tenemos suerte, podríamos verlas regresar al océano,” dijo Aimé.
Mientras caminaban, Ahmed notó cómo el sol iluminaba la arena húmeda, creando un brillo dorado. En el horizonte, vio un grupo de elefantes moviéndose con calma hacia el bosque. Aimé explicó que los elefantes a menudo buscaban agua dulce en pequeños riachuelos cerca de la playa.
Encuentro con los gorilas
Durante una caminata profunda en la selva, Ahmed y Aimé finalmente tuvieron la suerte de encontrar un grupo de gorilas de llanura. Los gorilas estaban descansando en un claro, comiendo hojas y frutas. Ahmed observó con asombro cómo el espalda plateada, el líder del grupo, vigilaba atentamente mientras los jóvenes jugaban.
Aimé le explicó que los gorilas de llanura eran más difíciles de ver que los de montaña debido a su hábitat más amplio y denso. “Verlos aquí es un privilegio raro,” comentó Aimé. Ahmed tomó algunas fotos, pero también se permitió simplemente observar, maravillado por la serenidad de los animales.
Una tarde de pesca tradicional
En una aldea cercana al parque, Ahmed participó en una demostración de pesca tradicional. Los pescadores locales le mostraron cómo construían trampas utilizando bambú y hojas de palma para atrapar peces pequeños en los estuarios. Ahmed intentó ayudar a armar una trampa, aunque sus manos torpes provocaron risas entre los aldeanos.
Después, disfrutaron de un almuerzo comunitario donde Ahmed probó nyembwe, un guiso de pollo cocido con salsa de nueces de palma, acompañado de plátanos fritos. “Es como si cada sabor contara una historia,” dijo Ahmed mientras agradecía a sus anfitriones por su hospitalidad.
Encuentro con los hipopótamos en el estuario
Durante un safari en bote por los estuarios, Ahmed tuvo un encuentro cercano con un grupo de hipopótamos que emergieron del agua justo frente a su bote. Aimé le recordó que estos animales eran territoriales y debían ser respetados. Ahmed observó cómo los hipopótamos abrían sus enormes bocas, mostrando sus dientes en un gesto de advertencia.
El guía también señaló una familia de cocodrilos descansando en la orilla. Ahmed quedó fascinado por cómo los ecosistemas de manglares servían como refugio para tantas especies.
Noche de cuentos y música
Esa noche, Ahmed y Aimé se unieron a un grupo de guardabosques para una velada alrededor de la fogata. Uno de los guardabosques tocó un tambor mientras Aimé compartía historias tradicionales sobre los espíritus protectores de la selva y las leyendas locales sobre los elefantes y los gorilas.
Ahmed se sintió conectado con las tradiciones y la historia del lugar, reflexionando sobre cómo las culturas locales habían vivido en equilibrio con el entorno natural. El sonido del tambor y las voces alrededor de la fogata se mezclaban con el susurro del océano cercano, creando una atmósfera mágica.
Reflexión al atardecer
En su último día en Loango, Ahmed subió a una colina cercana que ofrecía una vista panorámica del parque. Desde allí, pudo ver cómo la selva se extendía hacia el océano, con la playa como un punto de encuentro entre ambos mundos. Aimé le habló sobre los desafíos de la conservación en Gabón, incluyendo la lucha contra la caza furtiva y la importancia del ecoturismo para proteger el parque.
Ahmed tomó un momento para absorber el paisaje y reflexionar sobre lo que había aprendido. “Este lugar es un recordatorio de que la naturaleza y la cultura están intrínsecamente conectadas,” dijo Ahmed.
Un recuerdo especial
Antes de despedirse, Aimé le entregó a Ahmed un pequeño colgante tallado a mano en madera, que representaba a un gorila. “Es un símbolo de la conexión entre todos los seres vivos,” explicó Aimé. Ahmed aceptó el regalo con gratitud, prometiendo que compartiría las historias de Loango con quienes encontrara en su camino.