21 de junio – Día Internacional del Yoga

El Secreto del Saludo al Sol

En un pueblo llamado Valle Serena, había una colina que muchos llamaban El Mirador del Sol. Cada mañana, los primeros rayos de luz iluminaban este lugar, y quienes subían allí decían sentir una paz que les duraba todo el día. Sin embargo, con el paso del tiempo, las personas del pueblo comenzaron a preocuparse más por sus problemas diarios que por disfrutar la naturaleza o cuidar su bienestar.

Entre los habitantes estaba Lila, una niña curiosa que notaba lo tristes y tensos que parecían los adultos. Su abuelo, quien solía subir al Mirador del Sol cada mañana, era la única persona que siempre tenía una sonrisa en el rostro. Intrigada, Lila le preguntó un día:
—Abuelo, ¿por qué siempre estás tan tranquilo?

El abuelo, sonriendo, le respondió:
—Es porque cada mañana saludo al sol.

Lila se quedó confundida.
—¿Cómo puedes saludarlo? Está tan lejos.

El abuelo se rió suavemente y la invitó a subir con él al mirador al amanecer. Allí, bajo el cielo teñido de naranja, le enseñó el Saludo al Sol, una serie de movimientos de yoga que combinaban respiración, estiramientos y concentración.


El Primer Paso: Escuchar al Cuerpo

Después de aprender el Saludo al Sol, Lila sintió una energía que nunca antes había experimentado. Quería compartir esta sensación con los demás. Reunió a sus amigos en la plaza del pueblo y les dijo:
—Mi abuelo me enseñó algo que puede ayudarnos a sentirnos mejor. ¿Quieren probarlo?

Los niños, intrigados, comenzaron a practicar junto a ella. Aunque al principio les costaba coordinar los movimientos, pronto descubrieron que cada postura les daba una sensación distinta: fuerza, calma o alegría.

Al ver el entusiasmo de los niños, algunos adultos del pueblo se acercaron para mirar.
—¿Qué están haciendo? —preguntó un vecino.
—Estamos escuchando a nuestro cuerpo —respondió Lila—. Si quieres, también puedes intentarlo.


El Segundo Paso: Respirar con el Corazón

A medida que más personas se unían a las prácticas, Lila y su abuelo les enseñaron que el yoga no era solo movimiento, sino también respiración. Durante una tarde tranquila, organizaron una sesión en el parque, donde todos aprendieron a respirar profundamente mientras cerraban los ojos.

Uno de los asistentes, un hombre llamado Don Mateo, que siempre estaba preocupado por sus negocios, dijo después de la práctica:
—Es como si por primera vez en años pudiera escuchar mi corazón en calma.

Con el tiempo, las prácticas de respiración ayudaron a los habitantes a manejar mejor el estrés y las tensiones diarias.


El Tercer Paso: Encontrar la Paz Interior

Un día, Lila y su abuelo decidieron organizar una gran reunión en el Mirador del Sol para celebrar la conexión entre el cuerpo y la mente. Invitaron a todos los habitantes, y esa mañana, más de cien personas subieron a la colina para participar en una sesión de yoga al amanecer.

Mientras todos practicaban el Saludo al Sol, un silencio de paz llenó el lugar. Lila, observando a los habitantes del pueblo, se dio cuenta de que algo había cambiado: las personas ya no estaban tensas ni preocupadas. Habían encontrado un espacio de calma dentro de ellos mismos.

Desde ese día, el Mirador del Sol se convirtió en un lugar de reunión para practicar yoga y meditación. Cada año, en el Día Internacional del Yoga, el pueblo de Valle Serena celebraba con una gran sesión al amanecer, recordando que el bienestar comienza desde adentro.


Moraleja

El yoga es más que una serie de posturas; es una práctica que conecta el cuerpo, la mente y el espíritu. A través de la respiración, el movimiento y la meditación, podemos encontrar Equilibrio, manejar el estrés y descubrir la paz interior. Cada día es una nueva oportunidad para saludar al sol y cuidarnos.